20 marzo 2007

Chihuahua

Diez y media de la mañana. Monto en el Metro en Moncloa con destino a Diego de León. De pronto, un hombre que va disfrazado de mendigo se levanta y empieza a gritar. "El loco de turno" -piensa uno, usuario habitual del transporte público madrileño. Pero no. Esta vez no. Con sus gritos empieza a reprocharnos lo fríos que somos cuando vamos en Metro. "Cuando uno viaja en Metro hay que sonreir, mirar al de delante, no a este suelo gris de círculos que por cierto es muy feo", dice. Pero se enfada aún más. Se arranca la barba postiza y el gorro y los lanza por el vagón: "estoy harto de que nadie me haga caso; mírense y sonrían, que la vida es maravillosa". De pronto, nos avisa de que va a poner remedio a todo aquéllo (a todo esto, sigue montando gente atónita a medida que van pasando las paradas). El falso mendigo hace grupos entre los pasajeros del vagón. "Este es el grupo 1, el 2, el 3 y el 4". Y cada uno nos asigna una frase para una canción. "A ver, el grupo 1 tiene que cantar shalalalalalalalalalala". Así con los dos grupos siguientes. Y el grupo 4 ha de gritar oeeeeeeeeeeee cuando terminen los otros grupos". Unos y otros se miran completamente atónitos pero empieza el ensayo. Los que formaban parte del grupo 1 apenas se lanzan y sólo suena un leve ruido, pero el grupo 2 es mucho más animado y empieza a cantar. Y cuando llegamos al grupo 4 hasta mi padre se lanza y participa. La chica de delante me mira como diciéndome: "¿tú lo vas a hacer?". Tras ensayo e interpretación todo son risas en el vagón. Aplausos, gritos y jolgorio. Me recordaba a aquel anuncio de Chihuahua. Había conseguido que seis paradas de Metro por fin se pasaran volando. Era el "Teatro Mágico de Metro" y no se trataba sino de otra manera de sacar unas monedas. Un 10 a la originalidad y el buen humor. Ojalá podáis encontraros con él en algún viaje y ojalá yo mismo pueda volver a reir tanto como esta mañana.

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